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domingo, 3 de marzo de 2013



“No hace falta ser un héroe, pero se puede ser ético”

La profesora estadounidense enseña a aplicar valores en empresas


Mary C. Gentile, recientemente en Madrid. / CRISTÓBAL MANUEL
Es usted un analista junior de una compañía de servicios financieros y su jefe, recién fichado, está muy nervioso porque esa tarde tiene que reunirse con un cliente cuyas inversiones están marchando rematadamente mal. Le llama al despacho y le encarga que elabore un informe de los resultados lo suficientemente maquillado como para que parezcan mucho mejores de lo que son, y así evitarse un problema con el inversor. ¿Qué hace usted, se niega ante su superior arriesgándose con el desaire a consecuencias impredecibles? Si el jefe intenta represaliarle, ¿apela a la ética empresarial y lo denuncia ante otros directivos de la firma? ¿Acaso sabe de qué pie cojea el resto? ¿O quizá traga saliva y acata la orden con el argumento de conservar su empleo?
“Si le dice a su jefe que ese comportamiento no es ético, este se sentirá insultado. Lo que ese analista puede hacer es decirle a su jefe que no ha tenido tiempo de realizar esos retoques que le han pedido, y en cambio entregarle un buen informe de resultados con unos sólidos argumentos que los justifiquen —él acaba de ser fichado y apenas ha podido dedicarse a su cartera de inversión— y un buen plan de actuación para solucionar los problemas y rentabilizar esas inversiones”. La estadounidense Mary C. Gentile, profesora en la Babson College, tiene una visión muy práctica de los valores, de cuál es la mejor forma de no renunciar a ellos sin necesidad de jugar a los superhéroes. Lo refleja en un libro [Dar voz a los valores] que ha venido a presentar a España de la mano del BBVA y la Esade. ¿Sabe que precisamente bancos y escuelas de negocios están en la picota en España y el conjunto de Europa por el papel que han tenido en la burbuja crediticia y posterior desastre financiero?
“La tensión que usted describe entre las empresas y los valores es precisamente el motivo por el que escribí este libro. He dedicado la mayor parte de mi vida a la educación y sentí, trabajando para escuelas de negocios, que había un problema al hablar de ética: la gente sabía qué es lo correcto, pero pensaban que era imposible hacerlo por las presiones”, explica Gentile, que ha dado clases en la Harvard Business School y desarrollado proyectos en Yale.
“Hasta ahora la ética se estudiaba desde un punto de vista intelectual: cuando la gente aprende qué es justo y qué no, acababa el trabajo. Y vi que realmente debíamos enseñar cómo poder actuar de acuerdo con lo adecuado, porque mucha gente se sentía incapaz. Esta es una visión muy práctica, porque no siempre es todo o nada”, explica tomando café en lo alto de un rascacielos de la Castellana de Madrid, en un día gris oscuro, lluvioso, pero menos que los que la profesora dejó recientemente en la costa Este de EE UU, azotada por el huracán Sandy.
Acepta que la ética empresarial y la responsabilidad social se convierten en algunas ocasiones en una especie de moda que no va más allá de bonitas memorias anuales de grandes corporaciones que luego evaden impuestos y tienen prácticas laborales negativas. No existe una empresa 100% ética, en tanto que, recuerda Gentile, no existen seres humanos éticos en su totalidad ni tampoco plenamente deshonestos. “Pero esto no implica convertirnos en cínicos y darnos por vencidos, no hace falta ser un héroe pero se puede ser moralmente competente”, remacha.

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